viernes, 15 de abril de 2016

Peter el pescador

  

  Peter, un viejo pescador que acostumbraba a recorrer la Costanera de Corrientes de punta a punta, hablaba de “mambear”, como una especie de mística relacionada con la creación de distintas realidades dependientes de según el prisma de su propia imaginación o sus estados de ánimos.  Si se quiere, se puede tomar como viajes aventureros e historias que transcurrían de un trayecto al otro. Es decir, Peter, quien viajaba en una bicicleta reforzada, de esas bicicletas antiguas y era acompañado sólo por su vieja caña de pescar del verano del 78, “solía mambear” este tipo de cosas.

  Quizás el instinto guiaba su camino en dichas metas, su glándula pineal podría llegar a embellecer las situaciones naturales en algún tipo de entendimiento que valorizaba su alrededor. En otras palabras, él podría ver lo que otros hombres no, un poco por ser presas de gigantes invisibles que se alimentan de sus preocupaciones monetarias, disgustos familiares y fatigas laborales. Una de sus frases que repetía a los demás pescadores era “depende de ti mismo el prisma con que quieras observar la vida, muchas mañanas me encanta ponerme anteojos y ver la vida color de rosa”. Ya que a decir verdad Peter se despertaba a las cinco de la mañana con el fin de sacar a navegar su pequeña embarcación llamada “El Gaucho”, paseando por el Río Paraná de punta a punta, volviendo con las redes llenas de peces, listas para el mercadeo.

  Pensándolo bien, quizás este caso se da en distintas circunstancias, en las que un hombre humilde puede sentirse superior ante otro académicamente mejor preparado y hasta óptimo en lo económico, si este último se siente esclavo de sus asuntos profesionales y el primero es realmente libre. Pues a lo que viene todo esto es que las personas a menudo suelen mambear, muchas veces sin darse cuenta, darle rienda suelta a la imaginación. Por la noche en la urbe algunos seres humanos duermen, otros sueñan y otros están despiertos para poder ver cumplir su sueño. Es así como la ciudad se llena de ensueño y cómo no, también de mambos ya que en ellos puede encontrar la vital motivación y el entusiasmo.

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