Más allá de que podamos tener distintas reflexiones respecto a su accionar inconsciente, que podría ser considerado como una típica visión muy común en los jóvenes; muchas veces son instigados por la rebeldía o simplemente por su propia excitación del mundo al verse envueltos en su pleno despertar sexual e ingreso al plano sensorial adulto; lo cual podría llegar a ser una confusión moral con una especie de aventura, desafío o simplemente una travesura característica de los que adolecen.
Desde el punto de vista crítico no se debe dejar pasar que su falta de experiencia en la vida en sí, no solamente en el plano sexual donde Amanda despliega una actitud de amor desmesurado al entregar su cuerpo a un hombre que verdaderamente no la ama, si no que sólo la utiliza como un objeto de satisfacción personal y una vez terminado el coito, luego la aprovecharse de toda su energía sexual, la arroja la calle.
Si bien no hay datos representativos como para poder realizar una investigación a fondo y nos vemos inmersos en una situación en la cual sólo podemos argumentar desde el plano individual, partiendo de nada más que nuestro propio parecer, al enfrentarnos con un acontecimiento que carece de información, debidamente puedo objetar que el consiguiente personaje en el orden de culpas sería Osvaldo.
Según la leyenda urbana, a pesar de que éste último confesaba amar a la víctima experimentó sentimientos de desprecio, escena de celos y sobretodo mucho orgullo, al enterarse de lo que había sucedido en la casa de Segismundo. Esto nos lleva a realizarnos una serie de preguntas como ¿por qué no la ayudó? ¿Por qué no le dejó ingresar a su casa? ¿Por qué no le brindó cobijo a la indefensa? Si él sabía explícitamente que la joven vivía del otro lado del río y no tenía ningún lugar donde ir, ni techo donde pasar la noche. ¿Qué pasó con el supuesto amor que le profesaba a la joven? ¿Qué clase de amor es ese? ¿Una especie de “te quiero pero si tienes sexo con otro hombre te desprecio?
El siguiente culpable es David, quien manejaba la embarcación; un personaje que pese a que se encontraba desempeñando su habitual trabajo el cual significaría un intercambio de servicio por un determinado beneficio monetario, no ayudó a la joven al verse bajo la oscurecida imagen del dinero que lo deja en un refulgente plano ultra materialista. ¿Cuáles serían las necesidades económicas que debería estar pasando este hombre que lo llevan a trabajar? ¿Qué es lo que lo lleva a no actuar solidariamente con quienes no poseen dinero? ¿Por qué no actúa fraternalmente con quienes no tengan para pagar su servicio? ¿Un par de estómagos hambrientos que alimentar? ¿Una esposa demandante que maneje y lleve la cuenta todo su capital? ¿O simplemente la deplorable actitud decadente de la miseria humana?
En todo caso a la joven difunta ¿no se le pudo haber ocurrido otra opción para convencer al corazón de piedra de David? ¿Acaso no pudo haber utilizado otros recursos? ¿Hasta dónde le hubiese permitido llegar su encanto, su juventud y su picardía? Sin dudas esto sería un indicio que indicaría la situación social, cultural e intelectual de la desesperada muchacha que nos da otras preguntas más que plantearnos. ¿No se le ocurrió a Amanda decirle al barquero “lléveme y cuando lleguemos a mi casa mis padres le darán el dinero correspondiente por el viaje”?
Quien continúe en la en la lista de los culpables probablemente sea Santiago, el más oscuro y decadente de todos los personaje ya que ocupaba el puesto de quienes deben cumplir con el deber de ayuda a los desamparados, sin embargo no lo hizo. Evidentemente trató de lavarse las manos al haber puesto como ruin argumento las convenciones sociales, lo cual no sólo lo añadió a un plano de inutilidad y cinismo, sino que resume en pocas palabras el papel que ocupan los curas párrocos en nuestra sociedad que mienten, engañan y se aprovechan de la pobre gente. ¿Qué le hubiese costado hospedar a Amanda en las enormes instalaciones del “señor”? ¿Qué peor convención social que las atrocidades cometidas por la iglesia en la historia de la humanidad? ¿Qué podría ser peor que la reputación formada que todo el mundo conoce sobre curas violadores de niños, religiosos fecundadores de monjas y otras mujeres que acuden al convento, sin dejar pasar el encubrimiento, la corrupción y las teorías conspirativas que lleva adelante el Vaticano para controlar a las sociedades? En fin esto resume el necio pensamiento de la sociedad sobre ¿qué es lo que los demás piensan de mí?
Por último, quizás quien más se habrá sentido culpable de esta saga de sucesos desencadenada en una horrorosa muerte, pudo haber sido Segismundo, que en la leyenda se ha presentado como un actor cruel y egoísta, a quién sólo le interesa su propia satisfacción y no la situación de los demás ya que se ve inmerso en una desvergonzada búsqueda del placer, que lo convierte en hedonista y a su vez, avaro por sobre todas las cosas.
En principio por no haberle proporcionado el dinero necesario del viaje de vuelta y naturalmente, por negarle el techo y la comida a la pobre Amanda que no tenía de ese lado del río. Además Segismundo se encuentra representado tras una simbología que lo convierte en presa de la lujuria y la perversidad, el fornicio y el aprovechamiento de la energía sexual de una mujer indefensa que luego moriría ahogada confeccionando una eterna lucha con la fuerte correntada que sin saberlo la llevaría se tragaría todos sus sueños y la conduciría a las profundidades extremas del reino de Hades.
por Néstor Facundo Rolón
Ejercicio de la cátedra: Taller de Comprensión y Producción de Textos
Docente: Hugo Wingeyer / Departamento: Letras / Universidad Nacional del Nordeste.-
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