Fumo porque en el humo creo verte
y por miedo a perderte me esfumo.
Como un cigarro me consumo
en la nostalgia de no tenerte.
Aún con el recuerdo más fuerte,
solo quedan lágrimas que sumo.
Con las rimas que no presumo
y las llevaré hasta la muerte.
Fumo porque la espera disgusta
y esta siempre resulta molesta.
Para calmarla siempre es justa.
Tal vez la llama me tranquiliza,
o será ese sonido de orquesta:
la siesta en cajón de ceniza.
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