Al fin calmaba la sed de tus besos;
Esos que antes me supieron a miel
y tuve que arrancarme de los huesos.
¿Cómo no extrañar el altar de su hogar?
¿O el cielo altísimo de su lecho?
Borracho tenaz el que en su pecho,
muy en el fondo; no la puede olvidar.
Insaciable desierto de caricias,
emociones complicadas del azar,
Que nos recuerdan que estamos vivos.
Aunque ën la inmensa vía ficticia;
en la que cuesta hallar un motivo,
¡Para ser feliz y volver a empezar!
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