¡Encontré la paz de los pastizales!
Perdido en el humedal del monte,
al dirigirme hacia el horizonte,
¡Añoraba el vuelo de los zorzales!
Quise ojear una hoja ämarillenta
que en su caída se camuflaba,
con los rayos de sol que iluminaba
ese deseo de mirada somnolienta.
Mas las ramas secas y ese atardecer
ya se fue consumiëndo, tal cual brasa
al partir las aves después de crecer.
Luegö el sombreado se äpodera
de las horas y así el río también pasa
por la estepa hasta a la vieja pradera
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