Catalino Gómez era un viejo muy retobado. Ya de mozo había heredado una suma importante de estancias y ganado por parte de su padre. Toda su infancia estuvo colmada de caprichos y consentimientos. Su juventud, repleta de mujeres codiciosas y malintencionados amigos que toleraron su carácter fastidioso con tal de que la fiesta siguiera a costillas suyas.
viernes, 19 de septiembre de 2014
Vaso vacío
Era una noche casi sin luces. Abominaban los claroscuros bajo el cuarto menguante, que por momentos se extinguía tras las nubes y tornaba el ambiente de un color sepia funesto.
Luego de un día fatídico, acostumbraba a beber hasta retorcerme en la taberna en compañía de comerciantes, oficinistas y demás gente importante que, al igual que yo, intentaban olvidar su infelicidad en los besos de un licor, coñac, vodka o whiski antes de volver con sus familias.
A diferencia de ellos, yo era solo, es decir… miserable.
Luego de un día fatídico, acostumbraba a beber hasta retorcerme en la taberna en compañía de comerciantes, oficinistas y demás gente importante que, al igual que yo, intentaban olvidar su infelicidad en los besos de un licor, coñac, vodka o whiski antes de volver con sus familias.
A diferencia de ellos, yo era solo, es decir… miserable.
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