Inicialmente, según mi propia interpretación puedo
afirmar que la temática percibida desde el comienzo de la narración, es la
desazón y el suicidio, que parecería liberar de la rutina en la que se ve
postrado el personaje principal. Éste es un hombre que debe vestirse y
abrigarse, pero lleva mucha prisa debido a que tiene una cita con su mujer,
quien lo espera en una tienda para comprar un regalo de casamiento.
Respecto a la narración, se dilucida que se
encuentra en tercera persona y tiene abundantes descripciones, al igual que
posee adjetivaciones perfectas, lo cual nos da a entender que el autor explica
las acciones tan afinadamente que parecería que lo hiciera de una manera casi
omnisciente. Desde el punto de vista estructuralista, el tiempo que predomina
en la obra es el presente, modo indicativo y voz pasiva; las acciones van
transcurriendo en una escena donde el personaje es visto como una víctima que
va sufriendo una especie de metamorfosis y dentro de su cabeza se desata una guerra
con sus demonios internos.
También se puede percibir el estilo literario
particular que parece predominar en las obras de Cortázar, que es la escritura
automática debido a la gran enciclopedia que poseía el autor. Esto sumado a que
cada palabra tiene un propósito dentro de la narración, sobre todo cuando
describe la temática de las manos, que es una peculiaridad en el escritor
argentino, puesto que él mismo lo reconoció públicamente en una entrevista que
afortunadamente tuve la oportunidad de leer; allí reconocía que es una obsesión
suya desde joven.
Lo que
más me llamó la atención de la obra, es que se puede percibir una especie de
rebeldía ante la simbología universal, la cual generalmente el interlocutor tiene
acostumbrado al lector. Cortázar rompe con los objetos inquietantes del espacio
y tiempo, ya que en el desarrollo del relato, cuando se presenta el conflicto,
se puede dilucidar claramente una dicotomía entre las manos izquierda y
derecha, del protagonista cuando intenta ponerse el pulóver azul, semejándose a
una dicotomía entre la vida y la muerte.
Para finalizar, me gustaría destacar la
manera de finalización del relato que tiene Cortázar, es decir el final abierto
que pareciera ser como una marca registrada en el escritor argentino, donde la
mano toma un aspecto monstruoso y lo enrolla para que caiga por la ventana, lo
cual confunde al lector, dejando a su particular interpretación de si fue un
asesinato o un suicidio, sumado a un desconcertante razonamiento pues el
personaje allí se encontraba solo, dándole sentido al título “que no se culpe a
nadie” y asimismo, finalizando con las palabras “y doce pisos”.
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